sábado, 26 de septiembre de 2009

Un partido lo juego tres veces...

Estoy próximo a cumplir la edad "propicia" de Jesucristo.

Es un año que espero sea de mucho "fuelle" en el trabajo, en lo personal y, por supuesto, en lo deportivo. Amo competir porque me impulsa a superarme, a medirme, a comprobarme. Me mantiene vivo.


Quizas tropiece en un número importante de veces, eso es claro; sin embargo, serán, sin duda, el mismo número de éxitos. Y eso es precisamente lo que busco.


Considero que la vida está llena de "oportunidades": cada proyecto,  cada partido, o una simple competencia, es algo que "juego" por lo menos tres veces y no lo puedo evitar.


La primera, es antes y mentalmente, cuando analizas la situación, preparas los enseres, velas armas y decides la estrategia. Es obvio que no se debe repetir la estrategia, aún y cuando enfrentas al mismo rival. Las condiciones, las situaciones, cambian.


La segunda, es el juego mismo. Durante el proyecto se debe tener la capacidad de cambio, de ajuste. Es 100% probable que las condiciones previstas cambien, no por capricho, no por azar; el rival y las circunstancias cuentan.


Y la tercera, es despúes del juego y mentalmente. Con o sin derrota, debes sacar conslusiones, corregir errores, fortalecerte, curarte las heridas; al final, preparas lo que siga.


Estoy presto a cumplir la edad de Jesucristo; y estoy seguro, que la viviré tres veces.


El topo...

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