martes, 1 de diciembre de 2009

El caos de mi mente...

Va terminando un año poco a poco. Tengo una enorme satisfacción por el tipo de cansancio que siento. Lo que intento es no dormir para no dejar de hacer lo que hago en el momento; sin embargo, a veces el cansancio físico me domina.

Afortunadamente, el cansancio físico con cuatro horas de buen sueño termina. Y la verdad, me aterra que pueda cansarme mentalmente. Mi cabeza de muechas vueltas y emite un zumbido de avispas interminable: me daria miedo dejar de escucharlo.

Hay quienes dicen que tengo un caos en mi mente; yo creo que es un enjambre de avispas dentro de mi cabeza lo que me mantiene vivo.

El topo con avispas en la cabeza.

lunes, 26 de octubre de 2009

Hay que ser rápidos y verticales...

"...Hay que ser rápidos y verticales...pierden el tiempo atrás..."


Ayer me quedé con ésta frase que es muy reveladora, provocativa y, a la vez, seductora. Me fascina, me excita; tanto, como sucedía con mi vecina del "5" que, de forma inconsciente y casual, eventualmente deambulaba semidesnuda frente a la ventana de mi apartamento "6". Aquello era bello, inusual, espontáneo; por ello no podía durar más que un suspiro.


Así, aunque el ataque debe ser prioridad no se consigue permanentemente, la sorpresa es un factor indispensable.


Me atrevo a hacer ésta afirmación porque normalmente no puedes dar por hecho algo hasta que estas parado frente a las circunstancias. Hasta que lo vives. Eso de salir ganador antes de jugar un partido es un cliché que los mexicanos practicamos como deporte favorito. Especulamos, predecimos, pretendemos llegar a la cima sin subir el primer escalón que esta justo frente a nosotros.

Y es que si de jugar se trata no hay mayor placer que salir a atacar. Lo confieso: permanente y consistentemente mi mente está configurada para atacar, para ofender y ser incisivo; sin embargo, no siempre se puede y no siempre la respuesta es un pase a profundidad pues el ancho de la cancha y el rival cuentan. Jugar a lo ancho y hacia atrás es una alternativa.


Lo que sucedió ayer en el césped de nuestro santuario da cuenta de ello. Un equipo descolorido que volvió a la senda que ya era habitual: la derrota. Después de dos triunfos al hilo y dos ausencias notables en su alineación -sin ser esto una excusa-, volvieron a morder el polvo.


Y lo hicieron por no trabajar en equipo, por bajar las manos antes de tiempo -no todos, por supuesto-, por reclamar infructuosamente, por desesperarse, por no tener imaginación y buscar el latigazo salvador y, por no ser consistentes. No tuvieron variables. Se consideraron ganadores antes del juego y -lo que ya se ha manifestado antes en ésta crónica dominguera-, si uno de sus jugadores "clave" falla, es muy probable que nadie lo sustituya.


La clave del éxito fue sencilla: cambiamos nuestro estilo adaptándonos a las circunstancias. Sacamos a su defensa del lugar, movimos a sus centrales, despedazamos sus costados y nulificamos a su zurda de oro. Fue cuestión de tiempo: dos "horrores" defensivos que minaron la moral fueron suficientes para que se gestara una rebelión entre su vanguardia y retaguardia, lo cual, terminó por descomponerlos como equipo. Aquello era un motín en el barco.


Dos enormes contribuciones a nuestro juego fueron importantísimas: el retorno de nuestro zurdito de aspecto frágil pero veloz con las piernas y los puños que venía de un castigo de la disciplinaria, y nuestra "joven" revelación en la zaga derecha “J”. Estas dos variantes fueron suficientes para “controlar” a los descoloridos. Un ejemplo más de adaptabilidad y acomodo de jugadores para disfrutar del juego.


Si hubiésemos acertado las jugadas elaboradas, el marcador, sin duda, sería más amplio, pero para su fortuna solo acertamos en sus errores. Una combinación letal: cuando hay un error, se debe capitalizar en acierto. Eso hicimos.


Hay que ser rápidos y verticales...pero, como sucedía con mi vecina que deambulaba semidesnuda frente a la ventana de mi apartamento: el ataque debe ser rápido, breve y espontáneo. Para ser bello no puede durar más que un suspiro.


Así, aunque el ataque debe ser una prioridad no se consigue permanentemente, pues la sorpresa se teje desde atrás.


El Topo Voyeur

lunes, 19 de octubre de 2009

Victoria pírrica...

No hace mucho leia que para ganar y jugar bien hay que proponer partidos, irlos a buscar y abrir espacios, inventarlos; el resto, depende del momento y del tino para meterla, y eso, a nuestro pesar, no siempre se logra.

Ayer, aunque la máxima dice que si no puedes ganar, por lo menos no debes perder, no lo pudimos lograr.

Sin excusas, hemos recibido el segundo descalabro en los últimos tres partidos, pero sostengo lo que es evidente: nos ganó un equipo lento, pesado y con poca propuesta, precisamente porque, aunque mermados y en evidente desventaja, salimos a proponer el partido. Obtuvieron una victoria "pírrica".

-Pero victoria al fin -diran, sin miramientos y con animos beligerantes.
No los juzgo, bien por ellos.

Mi mala conciencia, el siniestro "Mr. Hyde" que llevo dentro, me indicaba que me encerrara como espartano, que me echara para atrás y que esperara una acción milagrosa para que no nos anotaran. No le hice caso. Es suficiente con un equipo encerrado.

En cambio, mi conciencia buena, mi "pepe grillo", me aconsejó ir para adelante, confiar en mis jugadores y abrir y proponer el partido. Para un tipo competitivo al que no le gusta perder -como me considero-, esa fue la actitud más digna que pudo adoptar todo el equipo. Lo dicho, si volviera a comenzar el partido, lo intentaría otra vez.

En esos momentos debería ser más calculador y pragmático, pero no tengo la paciencia para esperar y me adelanto. Debo pagar las consecuencias.

En teoría, los descoloridos, debian arrasarnos y pasar por encima nuestro. Con equipo completo, viejo, pero completo al fin, nos volvieron a menospreciar y jugamos un excellente partido. Sin sacar el camión de atrás y con su delantera de lujo, solo atinaron en tres ocasiones y nosotros una.

Podemos dividir el encuentro en tres tiempos: en el primero, tocaron la pelota, jugaron bien (a secas), asertaron dos anotaciones y luego se perdieron en la displiscencia y la desazón; en el segundo, gracias a nuestras variantes ofensivas, tomamos el control, perdieron la bola hasta el punto de la deseperación producto de sus tradicionales lloriqueos estilo "Las Magdalenas" y, con poca fortuna, solo acertamos en una ocasión; en el tercer tiempo, no pudimos soportar una descolgada y nos aniquilaron el espiritu con el gol tres.

Evidentemente que no tengo excusas: ganaron y ganaron bien. Pero, debo admitir que desperdicié varios saques de esquina y tiros directos a nuestro favor. No fue a propósito. La razón es muy sencilla: había un clima frío, que me desvalanceaba el prepucio, por eso mis tiros eran como "chisguete", sin dirección y a todas partes, menos al objetivo. Ese es el problema de los que, como yo, no pasamos por el ritual de la circunsición que a la larga produce más frío y menos puntería, por cierto.

Me queda claro que para ganar y jugar bien hay que proponer partidos, irlos a buscar y abrir espacios, inventarlos, si es preciso; ayer, no lo pudimos lograr. Y me duele admitirlo, pero reconozco la derrota, así de sencillo.

 El topo y su chisguete.

martes, 13 de octubre de 2009

Esa noche...dios y sexo; el tiempo, fue humo.

Un sábado inolvidable para los que pudimos apreciar en directo a Luis Eduardo Auté. Podría describir uno a uno los sentimientos y sensaciones que rodearon mi pequeño cuerpecito y obnubilaron mi mente, pero...


La postal que rodeó el ambiente no pudo ser mejor: una noche lluviosa, mucha humedad; luego el viento y un poco de frío para amenizar un estupendo concierto. La tarde se prestó para un buen café, un gran tabaco, y muchos, muchos besos "húmedos", por cierto.


Una a una las poesías de Auté fueron escuchándose. Hizo un recuento de "daños" comenzando por canciones que son relativamente nuevas de su álbum "A día de hoy", principalmente; y culminó con lo más conocido de su repertorio, él y su guitarra. Un cierre de película!!!


Calentó el ambiente húmedo con "Esta noche...", fue así como una promesa posible después del concierto.
Que sepulten la utopía,

dame clases de poesía
con tu cuerpo esta noche.
Que combatan Dios y Ciencia,

sólo admito la violencia
de tu cuerpo esta noche.


Le rindió un pequeño homenaje a John con "Imaginación...", insistió en la mano invisible de Nixon; yo me quedo con la tragedia que produjo la locura de Chapman... 
Yo quise imaginarme

infiel a la lección
que afirma que la vida
es sólo un viaje de ida
a ninguna estación.


La "líbido" se me trepó a las nubes con "A dia de hoy...", pero el pudor (no el mío) y el público asistente limitó mis expectativas...
A día de hoy sólo quiero decir

que no sé de dónde vengo
ni a dónde voy
pero quiero que sepas
que sólo sé quién soy
cuando estoy
dentro de ti.

Enloquecí con "Anda...", el problema era la lluvia y el tumulto; como nuca me estorbaron las luces...literalmente no pude ver nada...
Anda,
quítate el vestido
las flores y las trampas,
ponte la desnuda
violencia que recatas
y ven a mis brazos,
dejemos los datos,
seamos un cuerpo enamorado.

Y volví a mi realidad con "De alguna manera...", el intento se quedó en una "posibilidad" nada más...
De alguna manera

tendré que olvidarte,
por mucho que quiera
no es fácil, ya sabes,
me faltan las fuerzas,
ha sido muy tarde
y nada más, y nada más,
apenas nada más.

Y, sin embargo, permanecí extasiado con "Mojándolo todo...", de origen surrealista a partir de un verso de Dalí, explica Auté, su canción le quitó precisamente eso, lo surrealista...yo tuve que volverlo contemporáneo...
Mi boca

besando tus labios incendiados
se dispone a beber en tu cáliz de polen y licor
y, entre zumos y zumbidos de olas y alas,
libidinosamente libar el néctar
de la flor de tus mareas...
lamiendo la miel salada que te fluye
y quema mi lengua que vibra,
lasciva, entre savia y saliva
mojándolo todo...
volando por universos de licor

Un sábado inolvidable para los que pudimos apreciar en directo a Luis Eduardo Auté. Podría describir uno a uno los sentimientos y sensaciones que rodearon mi pequeño cuerpecito y obnubilaron mi mente, pero...estuve ocupado con la mujer que ocupó la silla de al lado...



El topo mojado

lunes, 12 de octubre de 2009

Lo que dejó el empate...

Al margen del empate que significa "equilibrio de fuerzas", dos enseñanzas podemos obtener del partido de ayer: los descoloridos no son plurifuncionales, son grandes y pesados (poco flexibles) y dependen de su equipo completo; y nosotros, (los de color) tenemos variantes que nos hacen imprevistos, por tanto, más competitivos.

Por ejemplo, el dia en que su pequeño gigante del medio campo falla, lo hace todo el equipo; no hay brújula, no hay pausa, no hay repartición de juego. Si sale en un mal día es poco probable que lo sustituyan antes, durante y después de un partido, y los números lo avalan. El efecto es "funesto" si aparece la odiosa uña de su zurda de oro.

Y si su delantero estrella acusa una jaqueca producto de unas cervezas de más el sabado anterior, o la tradicional falta de aire producida por exceso de nicotina, pues tampoco tiene reemplazo eficaz. Y si está ausente, mal para el juego. Como en los primeros diez minutos de ayer, estacionan el camión completo en la meta y no entra ni el aire. Aquello se vuelve un ritual de estocismo en la defensa, digno del ejército espartano en las Termópilas.

Han generado tanta dependencia de jugadores que no tienen variantes y eso es su eterna debilidad. Requieren del equipo completo -y sano- para ganar.

En contraste, hemos desmostrado que "formamos" a los cuadros base. Trabajamos bien con la cantera. Jamás hemos repetido cuadro completo en lo que va de este año y contamos -o no contamos- con jugadores lesionados o castigados por la disciplinaria, y nos las arreglamos para generar variantes, incluso en el mismo juego.

Demostrado está que, cuando alineamos a los mismos jugadores, al cambiar de camiseta para equilibrar fuerza, no funcionan en su equipo. Podemos alardear, con gusto, que el muro amarillo deja de serlo con nosotros y hasta mete goles; no "revienta" las pelotas y si se da el lujo de hacer túneles magistrales en el área.

Nuestros noveles jugadores se superan dia con día, corren mejor, golpean la pelota con mayor confianza y, en este sentido, mis queridos amigos descoloridos, precisamente, limitan ese crecimiento emocional. La pregunta es ¿Por qué? ¿A qué se debe?

"...Es que están chavos y corren más que nosotros.."- argumentan para defenderse.

Diría que somos más felxibles y plurifucionales. Lo mismo atacamos que defendemos. Jugamos, con y sin balón. Nuestros delentaros están capacitados para retener la bola o ser centrales, incluso ser porteros. Esa es quizas la diferencia.

Al margen del "equilibrio de fuerzas" dos enseñanzas obtuve el dia de ayer: los descoloridos no son plurifuncionales, son grandes y pesados (poco flexibles) y dependen de su equipo completo; y nosotros, (los de color) tenemos variantes que nos hacen imprevistos, por tanto, más competitivos.

El topo cruyff

lunes, 5 de octubre de 2009

Está prohibido perder...pero se pierde.

Desvelado, adolorido, apesadumbrado, con la boca herida y un diente flojo, es el saldo del fin de semana y la derrota del día de ayer. El error humano existe.

El fracaso que tuvimos ayer en el césped tuvo su origen en una de mis peculiares fallas: puedo ser capaz de anotar un estupendo gol y animar a mi equipo, ó, como ayer, herrar de forma grosera y desmoralizarlo...  Un saque de banda al centro de campo, desde nuestra lateral izquierda baja... Normalmente, soy certero, ecuánime y trato de equivocarme poco; ayer, fuí un error total y desgraciadamene perdió mi equipo.

Afortunadamente, las derrotas alimentan, corrigen, reorientan; en mi caso el insomio que traigo es devastador: la mente me regresa al saque de banda maléfico en el que regalé un gol, y a las tres últimas jugadas ofensivas del equipo por la banda derecha. ¿Debi tirar a gol...?

Lo frustrante del asunto es que el cargo de conciencia es enorme. Los jugadores de futbol como yo tenemos prohibido perder porque defraudas el esfuerzo del equipo, mitigas su confianza y se viene abajo la moral de todos, hasta del utilero.

Lo que hoy me mantiene de pie es que, como en la economia y según mis estadisticas, despúes de un largo periodo de establidad y crecimiento, viene una caída y un punto de inflexión. Por supuesto que no le resto mérito a nuestro rival; por fin, supieron jugar más compactos, con el equipo completo y aprovecharon las oportunidades que tuvieron. De hecho, hicieron los méritos suficientes para vencernos, y eso está bien, pasaron meses, semanas y juegos de abulia extrema para que pudieran derrotarnos como ayer. 

Hoy, para mi, es tiempo de reflexión, de análisis, es un acto de contrición... Pues ofendí a mi "dios", que es redondo y ayer votó de forma inesperada.

Es momento de curar heridas, de reflexionar, revisar estrategias y de encontrar soluciones. Es tiempo de recular, decia mi abuelo Elías...

Desvelado, adolorido, apesadumbrado, con la boca herida y un diente flojo; es el saldo del fin de semana y la derrota del día de ayer. En el futbol, como en todo lo demás, tenemos prohibido perder, pero perdemos...

El error humano existe y más nos vale que creamos en él.

El Topo Eléctrico.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Hoy, que es lunes...

Hay varias cosas que me encantan los días lunes.


El común de la gente blasfema en su trabajo o su hogar porque este día marca el inicio de otro nuevo ciclo: una semana más de trabajo y de compromiso; seis o siete días de lucha con tus colegas y con el cónyuge o la pareja por sobrevivir, por citar solo un par de ejemplos. Par mí es más o menos lo mismo, solo que ampliado y al revés.


En un lunes común y corriente, mi cuerpo desata la ira de la edad y los estragos de la tortura dominical, y las cervezas sabatinas, obviamente. (Una cascarita futbolera tradicional, un paseo con la familia, el jardín, la chelas con los cuadernos, una reunión familiar....)


No falta actividad o actividades del fin de semana que, la tarde del domingo, terminan por tirarte a la cama, dolorido, apesadumbrado, sucio, sudoroso y hasta malherido. A veces con la satisfacción de triunfo, y otras tantas con el dolor de una derrota. Eso sí, con el deleite pleno de sentirte el ciclista que ganó la Tour de Francia, o el medallista Olímpico de Tae Kwon Do, o el mismísimo Cruyff en sus mejores tiempos.


Debo confesar que, aunque pocas veces lo logre, mi intención es siempre patear al ángulo y ganar el partido; subir la cuesta más alta en menos tiempo; o llegar más lejos y más alto que aquel que corre a mi lado...no lo puedo evitar. Hay que sudar una camiseta, sangrarla, morder el polvo depués de una derrota, e incluso, herrar un penal para saber de lo que escribo.

"...Hay una secreta ley de las compensaciones que exige que los campeones tengan raspaduras..." dice Juan Villoro.

Pues ese soy yo. Un campeón de barrio, un campeón de días festivos o domingos de una picaresca cascarita futbolera que en ese instante olvida la cotidianeidad, que repudia la ociosidad y la mala vibra. La inactividad. Un maldito loco competitivo que es capaz de romperse el cuerpo por el equipo y rompérselo al contrario -en buena lid- con tal de ganar el partido

Hoy, que es lunes, por cierto, que me duelen los tobillos -esta vez no es por los golpes que dí, sino por los que recibí-; que me cuesta trabajo cerrar la mano derecha por una añeja luxación; que tengo la espalda raspada y además con una estela de piel extra-bronceada por una sobre exposición solar (me duele un chingo!!!); hoy, precisamente hoy, que amanecí con un lente incrustado en el párpado derecho por un choque de cabeza; les puedo decir, con satisfacción, que contribuí a que mi equipo ganara el partido.


Por eso, ¡¡adoro los lunes!!!


Leo Cruyff

sábado, 26 de septiembre de 2009

El muro amarillo color vomitada

Ayer, como un domingo cotidiano, acudí religiosamente a una de mis pasiones favoritas: Jugar al futbol. Sin esperar más que diversión y alentado por una extraña locura que me vuelve niño siempre. Huí de casa y acudí a mi templo sagrado en el que competimos dos equipos en una épica batalla deportiva; al final, salimos tablas: empatamos cero a cero.



Hoy, entre los saldos del empate no puedo levantar mi pierna derecha, ni retraer la rodilla, y mucho me temo que estaré fuera de servicio más de una semana. Adiós a los malabares y cortejos de apareamiento acostumbrados… por el momento…


En el fragor de la contienda, lastimé mi abductor del muslo derecho. Las fibras musculares de mis piernas me recordaron que la edad no pasa en vano y que "la grulla", Daniel San y el señor Miyagi, son sólo imágenes que guardo en la memoria.


Después de abanicar la pelota en un tiro cruzado, de izquierda a derecha, el pasto húmedo y el balón resbalaron sobre mi pequeño pie derecho, con el cual fue imposible contactar contundentemente con el balón. De inmediato, sentí que me quemaba la parte superior interna de mi pierna, un pequeño y certero desgarro. Por la tarde, una dosis de agua de cebada y lúpulo amargo bien helados, y los goles de la selección, anestesiaron mi cerebro e ignoré el dolor. Pero hoy es diferente, les prometo que es diferente.


A pesar de ese dolor y del empate de mi equipo, en perspectiva, nuestro juego no fue aburrido.


El equipo contrario, para fines prácticos "los de blanco", a pesar de su jerarquía, de su experiencia y de su poderoso medio campo, se colgaron del travesaño. Utilizaron la estrategia del murciélago: todos, los 10 junto al portero amarillo, se colgaron del horizontal y no pudimos asestar un solo tanto. En 90 minutos de partido efectivo, solo hicieron 3 disparos de aproximación a nuestra meta. Mostraron desesperación, cansancio, gritos, faltas inexistentes y artimañas. Esa fue su forma de juego.


Para nuestro modesto equipo, "los de color", en su mayoría jóvenes noveles que apenas pisan el pasto sagrado (excepto yo), fue gratificante replegar en todo instante a nuestro rival. Sin embargo, no pudimos ganar, no incrustamos la bola en la portería. Desbordes por izquierda, por derecha, llegadas por el centro, en pared, remates de cabeza; muchos intentos y ningún acierto. Un poste, mi desgarro en el abductor, y múltiples rechazos del muro amarillo "color vomitada" fueron la respuesta. Literalmente, el portero del equipo blanco, vomitaba, escupía la pelota.

Ayer, como un niño siempre que recurro al balón de futbol, sobre el pasto, con mi equipo, y por obra y gracia de ese implacable muro amarillo “color vomitada”, no ganamos, no perdimos, pero igual nos divertimos…

Leo Miyagi San
leonardo.alvarez@prodigy.net.mx

El domingo, la fiesta fue multicolor...

Los de blanco han menospreciado sistemáticamente a los de color por su juventud y su frágil y pequeño aspecto físico –yo no cuento en la estadística de juventud-, y a pesar de sus marrullerías, le pusimos el color a la casa, de nuevo. Tres dianas contra una.
Porque jugamos en equipo y con el corazón…

Además, creo que el subtítulo de esta crónica debería ser: ¡¡Fue foul, árbitro! ¡¡Fue foul, de Emilio, yo lo vííí!!!...


-Pero si no ves nada-. Dirán mis amigos y detractores.

Gracias a mi ceguera no veo los fouls: los huelo, los intuyo. Y es cierto, ante la circunstancia de mi oscuridad visual, he aprendido a saborear un gol y a escuchar cómo se siente un pase antes de enviarlo.


Quizá esa sea la virtud más grande de mi equipo: convertir en fortaleza la debilidad. Es el arte del engaño. Eso provoca que antes del juego nos vean como seres débiles e insignificantes.


A decir de muchos, por ejemplo, soy un enano eléctrico y cegatón. En medio del campo, de tan pequeña estatura parece que siempre estoy muy lejos, pero siempre ocurro primero por la pelota.


Se equivocan de a madre quienes creen que las medidas físicas y los índices de velocidad y de fuerza determinan la eficacia de un jugador de futbol, como también se equivocan quienes creen que los tests de inteligencia tienen algo que ver con el talento, o que existe alguna relación entre el tamaño del pene y el placer sexual. No, no, no, no… En el futbol, la habilidad es más determinante que las condiciones atléticas, y en muchos casos, la habilidad consiste en el arte de convertir las limitaciones en virtudes.


Hace tiempo, formé parte de un equipo en el que el mejor mediocampista era gordito, dudo que tuviera la capacidad de trotar por más de 5 minutos consecutivos. Además, entre tiempo y tiempo se fumaba un cigarro marca “Alitas” o “Luchadores”. Su lugar era exactamente en el centro del campo, como orquestador del equipo; no corría a cien por hora, en absoluto; pero si le llegaba el balón, lo guardaba entre sus pies como ninguno, y lo mejor, tenía el toque tan preciso que sus diagonales eran tales que solo te invitaban a tocarlas una sola vez, y siempre hacia la red. ¡¡¡Que manera de pensar con los pies!!!


En ese grupo aprendí que la virtud más grande es jugar con el cerebro y en equipo, pero también con el corazón. Eso es lo que les faltó el domingo a los de blanco.


Leo, el enano eléctrico.

Un partido lo juego tres veces...

Estoy próximo a cumplir la edad "propicia" de Jesucristo.

Es un año que espero sea de mucho "fuelle" en el trabajo, en lo personal y, por supuesto, en lo deportivo. Amo competir porque me impulsa a superarme, a medirme, a comprobarme. Me mantiene vivo.


Quizas tropiece en un número importante de veces, eso es claro; sin embargo, serán, sin duda, el mismo número de éxitos. Y eso es precisamente lo que busco.


Considero que la vida está llena de "oportunidades": cada proyecto,  cada partido, o una simple competencia, es algo que "juego" por lo menos tres veces y no lo puedo evitar.


La primera, es antes y mentalmente, cuando analizas la situación, preparas los enseres, velas armas y decides la estrategia. Es obvio que no se debe repetir la estrategia, aún y cuando enfrentas al mismo rival. Las condiciones, las situaciones, cambian.


La segunda, es el juego mismo. Durante el proyecto se debe tener la capacidad de cambio, de ajuste. Es 100% probable que las condiciones previstas cambien, no por capricho, no por azar; el rival y las circunstancias cuentan.


Y la tercera, es despúes del juego y mentalmente. Con o sin derrota, debes sacar conslusiones, corregir errores, fortalecerte, curarte las heridas; al final, preparas lo que siga.


Estoy presto a cumplir la edad de Jesucristo; y estoy seguro, que la viviré tres veces.


El topo...

lunes, 21 de septiembre de 2009

Los descoloridos...

Pasaron largos días sin escribir una crónica y no tengo excusa. Les prometo que fueron muchos días de reflexión, pero también de ansiedad.

Enre el dolor y la inactividad física que me produjo la lesión de mi tobillo, la locura rondó en casa. No puedo negar que, en efecto, 50% de la lesión fue cerebral, pero creo que estoy de vuelta. La cerveza, los tequilas, las fiestas de los últimos días ayudaron a "reubicarme".

Este lunes, por ejemplo, particularmente me alientan dos cosas: la primera es que acabo de leer a Cruyff "El Maestro", que escribió su columna semanal en un periódico catalán (les posteo el enlace); y dos, que más allá del triunfo que contundentemente logramos en la cancha (los de color, obviamente), y que dentro del campo "nos pegamos hasta con la cubeta", seguimos manteniendo el espíritu de competencia y convivencia que nos mantiene unidos. Creo que esa es la clave.

http://www.elperiodico.com/BLOGS/blogs/johancruyff/archive/2009/09/20/hay-mucho-camino-por-mejorar.aspx?CommentPosted=true#commentmessage

El texto de Cruyff es una crítica al equipo de sus amores "El Barca", y lo más importante es que se aplica a nuesro juego de ayer. Es una auténtica cátedra de juego a la defensiva. "Calidad siempre que se pueda, pero ante todo, hay que ser prácticos..."

Es imposible jugar "perfecto", sin embargo, aunque el 5-0 indica "superioridad", cometimos tres errores clave que pudieron cambiar la historia del cotejo: 1) Perdimos la bola en tres ocasiones al tratar de salir jugando desde atrás, con los rivales encima; 2) Uno de nuestros jugadores, por lo menos, falló cuatro goles cantados; y 3) Permtimos dos llegadas directas a nuestro portero que fueron erradas por nuestros rivales, los blancos, que más bien andan muy descoloridos.

Sin embago, a pesar del contundente triunfo, este es un juego que afortunadamente no termina ahí. La próxima semana habrá revancha y estaremos listos para una nueva historia, una nueva crónica, un nuevo desenlace.

Por lo pronto, hoy, celebro la victoria y los cinco tantos. Tengo un enorme placer mundano, casi hedonista, al comprobar nuevamente que los de blanco efectivamente andan descoloridos; pero, sin duda, más gozo me produce competir y convivir con ustedes el domingo...

El Topo Eléctrico

martes, 15 de septiembre de 2009

Las cronicas del topo...

La verdad que necesitaba un espacio diferente, más libre, mas amplio. Uno en el que me sienta más cómodo conmigo mismo y con mis aficiones; con mi yo interior para ser explícito.

La parte seria, se la dejo al "capital social" y "GD Innovaciones"; la parte animalesca, la comienzo aquí. Una cosa es el análisis científico de la economía y de la política, y otra muy distinta lo constituye el placer de la libertad, de la invención, de la creación.

Eso es "El Topo Eléctrico".

En el transcurso de los textos dirimiré mis circunstancias, mis conflictos.

El Topo.