lunes, 19 de octubre de 2009

Victoria pírrica...

No hace mucho leia que para ganar y jugar bien hay que proponer partidos, irlos a buscar y abrir espacios, inventarlos; el resto, depende del momento y del tino para meterla, y eso, a nuestro pesar, no siempre se logra.

Ayer, aunque la máxima dice que si no puedes ganar, por lo menos no debes perder, no lo pudimos lograr.

Sin excusas, hemos recibido el segundo descalabro en los últimos tres partidos, pero sostengo lo que es evidente: nos ganó un equipo lento, pesado y con poca propuesta, precisamente porque, aunque mermados y en evidente desventaja, salimos a proponer el partido. Obtuvieron una victoria "pírrica".

-Pero victoria al fin -diran, sin miramientos y con animos beligerantes.
No los juzgo, bien por ellos.

Mi mala conciencia, el siniestro "Mr. Hyde" que llevo dentro, me indicaba que me encerrara como espartano, que me echara para atrás y que esperara una acción milagrosa para que no nos anotaran. No le hice caso. Es suficiente con un equipo encerrado.

En cambio, mi conciencia buena, mi "pepe grillo", me aconsejó ir para adelante, confiar en mis jugadores y abrir y proponer el partido. Para un tipo competitivo al que no le gusta perder -como me considero-, esa fue la actitud más digna que pudo adoptar todo el equipo. Lo dicho, si volviera a comenzar el partido, lo intentaría otra vez.

En esos momentos debería ser más calculador y pragmático, pero no tengo la paciencia para esperar y me adelanto. Debo pagar las consecuencias.

En teoría, los descoloridos, debian arrasarnos y pasar por encima nuestro. Con equipo completo, viejo, pero completo al fin, nos volvieron a menospreciar y jugamos un excellente partido. Sin sacar el camión de atrás y con su delantera de lujo, solo atinaron en tres ocasiones y nosotros una.

Podemos dividir el encuentro en tres tiempos: en el primero, tocaron la pelota, jugaron bien (a secas), asertaron dos anotaciones y luego se perdieron en la displiscencia y la desazón; en el segundo, gracias a nuestras variantes ofensivas, tomamos el control, perdieron la bola hasta el punto de la deseperación producto de sus tradicionales lloriqueos estilo "Las Magdalenas" y, con poca fortuna, solo acertamos en una ocasión; en el tercer tiempo, no pudimos soportar una descolgada y nos aniquilaron el espiritu con el gol tres.

Evidentemente que no tengo excusas: ganaron y ganaron bien. Pero, debo admitir que desperdicié varios saques de esquina y tiros directos a nuestro favor. No fue a propósito. La razón es muy sencilla: había un clima frío, que me desvalanceaba el prepucio, por eso mis tiros eran como "chisguete", sin dirección y a todas partes, menos al objetivo. Ese es el problema de los que, como yo, no pasamos por el ritual de la circunsición que a la larga produce más frío y menos puntería, por cierto.

Me queda claro que para ganar y jugar bien hay que proponer partidos, irlos a buscar y abrir espacios, inventarlos, si es preciso; ayer, no lo pudimos lograr. Y me duele admitirlo, pero reconozco la derrota, así de sencillo.

 El topo y su chisguete.

No hay comentarios:

Publicar un comentario